Verdaderamente ha Resucitado de entre los muertos, Aquel que Vive, y por quien tu vives, El Señor tu Dios. Pero, ¿cómo comprobarlo, cómo demostrarlo? ¿qué hacer para que la gente que no cree comience a creer? Pues muy sencillo: empieza por creer tu, comienza por el comienzo. Porque estamos mucho tiempo sin creer y poco haciéndolo, nos dedicamos a otras cosas y tan sólo nos acordamos de Él en momentos puntuales. ¿Realmente crees que Cristo ha resucitado? ¿Cuánto tiempo dedicas a meditar este misterio? ¿Y cuánto tiempo dedicas a otras cosas? Es cierto que Jesús ha resucitado, pero no para ti, no sino te lo crees.
Tememos muchas cosas, deseamos muchas cosas, amamos muchas cosas y odiamos otras tantas. Pero... ¿y Dios que? Pues está ahí, y de vez en cuando me acuerdo de Él, quizás cuando creo que tengo necesidad de su ayuda. Sin embargo se por mi fe que Cristo vive dentro de mi, aunque también se que por mucho que Él viva en mi, si yo no me lo creo...
Entonces, sólo entonces, lo entiendo: Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado. ¿Qué más necesito saber, qué necesito obtener? Si lo que anhelo ya lo tengo, si la vida me ha sido dada ya, si es que estoy en sus manos, dependo de Él. ¿Acaso hace falta algo más? Pues si, hace falta reconocerlo, y esto no es nada fácil. Es necesario laissez faire, laissez passer a Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario