domingo, 1 de abril de 2012

Semana Santa, tiempo de estar junto a la Cruz, tiempo de reflexión.

No dejo de preguntarme acerca de la actitud de muchas, muchas, muchas personas, que se toman la vida como algo distinto a lo que de verdad es. Y pongo como ejemplo el hecho de que la gente se va de vacaciones de Semana Santa a descansar, desconectar... pero les da igual, exactamente igual el pequeño detalle insignificante que les sirve de escusa para no tener que fichar: la muerte de Cristo en la Cruz por todos, y también por ellos. Tu puedes decidir no creer en esto, pero de ahí a no saber el porqué de las cosas... el hombre necesita -y aunque no quiera- buscar la verdad, porque esta configurado para ello. Parece mentira la capacidad que tenemos de ser cada vez más egoístas y egocéntricos y menos generosos y entregados a los demás. Y parece mentira no solo porque objetivamente es lo mejor para cada uno, lo que nos llena, sino porque es lo que hace Jesucristo al morir en la Cruz. Esto es lo que nos transmite la fe de la Iglesia, que lleva ya 2000 años perdurando (ninguna institución a durado tanto como esta). 

Queridos amigos, vivimos en la sociedad de la información, así que infórmense también sobre estas cosas y no sólo busquen lo que les interese, porque eso es puro egocentrismo, es pensar que yo tengo razón y los demás no, es decir: yo sólo me entero de lo que me gusta/ me interesa, del resto ni me fijo. Pero luego me permito tener una opinión sobre las cosas y creo que puedo juzgarlas sin más. O a veces no me posiciono por comodidad, cobardía, falta de compromiso, de responsabilidad, de entrega, de sacrificio, de fidelidad... tantos buenos valores que ya no se fomentan porque no interesa que la gente sea así, sino todo lo contrario. Pero somos tan estúpidos que nos dejamos influir por este mundo contaminado de maldad. No nos damos cuenta de que nos manipula y nos convierte en seres repugnantes que sólo buscan su felicidad a costa de la de los demás. Y es porque no queremos aceptar la verdad: que hay alguien que nos ama, porque para eso hay que ser humildes... y que difícil es serlo. Una vida falsa es sinónimo de llevar una vida en la que procuramos vivir haciendo sólo lo fácil. Una vida sin compromiso para tener más "libertad". Pero es triste que no nos demos cuente de que, justo cuanto más nos empeñamos en conseguir algo, más difícil nos resulta obtenerlo.

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